PARA NO ABURRIROS OTRA LECTURA EXTENSA PERO CREO QUE INTERESANTE, NO ES LA PRIMERA DE ESTE AUTOR JIM RICARDS
La pandemia de COVID-19 hará que los llamados para abandonar al dólar como la principal divisa de reserva del mundo ganen relevancia y fuerza.
¿Porqué invertir en oro?, simple: la crisis ha dejado en evidencia una enorme debilidad en el sistema.
Alrededor del 40% de la deuda mundial se emite en dólares. El Banco de Pagos Internacionales estima que los bancos fuera de Estados Unidos tienen más de USD 13 billones en activos denominados en la moneda estadounidense.
Como resultado, se ha dado una grave escasez global de dólares; varios gobiernos están haciendo todo lo posible para abastecerse de la divisa y saldar su deuda denominada en dólares.
Es un problema real. Si escasea la moneda estadounidense, China, por ejemplo, no puede controlar al yuan, y los mercados emergentes no pueden refinanciar sus deudas.
El mundo tiene pendiente un reseteo monetario de gran escala.
Durante el siglo pasado, los sistemas monetarios cambiaban aproximadamente cada 30 a 40 años en promedio. Antes de 1914, el sistema monetario global se basaba en el patrón oro clásico.
Luego, en 1945, en la conferencia Bretton Woods surgió un nuevo sistema. A mediados del año pasado, asistí a Bretton Woods para conmemorar el 75 aniversario del evento.
Bajo ese sistema, el dólar se convirtió en la moneda de las reservas globales, vinculada al oro a USD 35 por onza. Y luego, en 1971, Richard Nixon puso fin a la convertibilidad directa del dólar al oro. Por primera vez, el sistema monetario no estaba respaldado por el metal.
Hoy en día, el sistema monetario tiene ya casi 50 años; en otras palabras –hace ya tiempo debería haber llegado el cambio. El metal dorado debería volver a tener un papel protagónico.
Llevo años escribiendo y hablando públicamente sobre la posibilidad de un nuevo patrón oro. Mi análisis es sencillo.
Los líderes del mundo deben tomar una decisión. Primero, pueden reintroducir oro al sistema monetario de forma estricta o flexible (como un “precio de referencia” en la toma de decisiones de política monetaria).
Esto podría hacerse a través de una nueva conferencia monetaria al estilo Bretton Woods. Podría ser organizada por alguna potencia convocante, probablemente Estados Unidos en cooperación con China (aun si eso suena difícil en este momento debido al papel de China en la crisis de COVID-19).
O segundo, pueden darle paso libre a una nueva crisis de deuda (que se desarrollará en las tasas de interés y en los mercados de divisas) y ver cómo el oro se dispara a los USD 14.000 por onza o más –no porque así lo quisieran, sino porque el sistema estaría fuera control.
He mencionado en varias oportunidades que el primer desenlace (la conferencia) es más deseable, pero que el segundo (caos) es más probable.
Claro que sería preferible modificar el sistema nuevamente antes del desastre. ¿Por qué no evitar la colisión en vez de intentar arreglar todo tras el desastre? Pero aunque suene lógico, la realidad es que ese consejo probablemente será ignorado hasta que sea demasiado tarde.
De cualquier modo, el precio del oro está encaminado hacia un alza sustancial.
Las mismas fuerzas que convirtieron al dólar en la moneda de las reservas mundiales ahora están provocando su caída. Bajo el sistema de Bretton Woods, las principales divisas del mundo estaban vinculadas al dólar a través de una tasa de cambio fija.
El propio dólar, a su vez, estaba vinculado al oro a razón de USD 35 por onza. Eso significa que, indirectamente, las demás divisas importantes tenían un valor de oro fijo debido al tipo de cambio fijo con el dólar.
Con permiso del Fondo Monetario Internacional (FMI), las divisas podían devaluarse frente al dólar y, por lo tanto, contra el oro. Sin embargo, la moneda estadounidense no podía devaluarse, al menos en teoría. Esta era la piedra angular del sistema –una moneda, oro y una relación inamovible entre ambas.
De 1950 a 1970, el sistema de Bretton Woods funcionó bastante bien. Los socios comerciales de Estados Unidos que ganaban en dólares obtenían sus pagos del Tesoro estadounidense y luego, recibían el equivalente en oro en base a la tasa de cambio fija.
En 1950, Estados Unidos tenía alrededor de 20.000 toneladas de oro. Para 1970, esa cantidad se había reducido a aproximadamente a 9.000 toneladas. La disminución de 11.000 toneladas fue para socios comerciales de la primera economía, principalmente Alemania, Francia e Italia, quienes ganaban en dólares que luego cambiaban por oro.
La libra esterlina del Reino Unido previamente había sido la principal divisa de las reservas globales, específicamente desde 1816, después del final de las Guerras Napoleónicas y la adopción oficial del patrón oro por el Reino Unido.
Muchos creen que la conferencia Bretton Woods de 1944 fue el momento en que el dólar estadounidense reemplazó a la libra esterlina.
Están equivocados. En realidad, este fue un proceso que llevó 30 años, desde 1914 hasta 1944.
De hecho, en el período comprendido entre 1919 y 1939 existían dos divisas para las reservas globales –dólares y libras– operando codo a codo.
Finalmente, en 1939, Inglaterra suspendió los envíos de oro a fin de luchar en la Segunda Guerra Mundial, y el papel de la libra esterlina como reserva de valor confiable disminuyó considerablemente. 1944 simplemente fue el año en que se reconoció oficialmente un proceso que comenzó tres décadas atrás.
Este proceso paulatino en el que el dólar se convirtió en la principal moneda del mundo tiene enormes implicaciones para los inversores hoy en día.
Lo más probable es que una situación similar en la actualidad, una en la que el dólar pierde su rol protagónico en las reservas globales en pos de otra moneda, también representaría un proceso “lento pero seguro”.
Las señales de esto ya son visibles en la actualidad. En el año 2000, los activos en dólares representaban aproximadamente el 70% de las reservas mundiales. Hoy, la cifra comparable es del 62%. Si esta tendencia continúa, podríamos ver al dólar cayendo por debajo del 50% en un futuro no muy lejano.
Asimismo, es evidente que ahora está surgiendo una nación acreedora poderosa, capaz de hacerle frente a Estados Unidos como éste lo hizo contra el Reino Unido en 1914. Estoy hablando de China.
Desde 1914 hasta 1944, Estados Unidos adquirió enormes cantidades de oro. Y en los últimos años, China ha hecho exactamente lo mismo. Las reservas de oro en el Banco Popular de China (PBOC) crecieron hasta las 1.948,31 toneladas en el cuarto trimestre de 2019. En comparación, el PBOC tenía 1.658 toneladas en junio de 2015.
Sin embargo, China ha adquirido miles de toneladas métricas desde entonces sin reportarle al FMI o al Consejo Mundial del Oro.
Según los datos disponibles sobre las importaciones y la producción de minas chinas, las tenencias reales de oro y privadas del gobierno chino probablemente sean mucho mayores. Es difícil dar una cifra exacta porque China opera a través de canales secretos y no informa oficialmente sus tenencias del metal dorado, excepto en ocasiones especiales muy contadas.
Todos estos influjos del metal al Gigante Asiático no son el resultado de un patrón oro formal. Son producto de adquisiciones sigilosas en el mercado. Están utilizando inteligencia y activos militares, operaciones encubiertas y manipulación del mercado.
Pero nada de esto importa –el resultado es exactamente el mismo. El oro ha estado fluyendo a China en los últimos años, tal como el oro fluyó a Estados Unidos antes de Bretton Woods.
Al mismo tiempo, la segunda economía mundial no está sola en sus esfuerzos por alcanzar el estatus de acreedor global de Estados Unidos. Rusia ha expandido considerablemente sus reservas del metal en los últimos años, y tiene poca deuda externa. Esto no es un secreto para nadie, y como dijo Sergey Glazyev, asesor de Putin, a Russian Insider: “El rublo es la moneda con mayor respaldo de oro del mundo”.
Irán también ha importado cantidades masivas del metal, principalmente a través de Turquía y Dubái, aunque nadie sabe la cantidad exacta, pues las importaciones de oro iraníes son un secreto de estado. Otros países, incluidos Brasil, India y Sudáfrica, todos miembros del BRICS, se han unido a Rusia y China en su deseo de liberarse del dominio del dólar.
La libra esterlina se enfrentó a un solo rival en 1914 –el dólar. Pero hoy, la moneda estadounidense tiene mucha más competencia. La caída del dólar como moneda de reserva comenzó en 2000 con la llegada del euro y se aceleró en 2010 con el comienzo de una nueva guerra de divisas. La crisis actual le dará un nuevo impulso a este proceso.
En otras palabras, el colapso del dólar ha comenzado y será necesario un nuevo orden monetario. La pregunta es si este será un proceso ordenado como resultado de una nueva conferencia, o una ola de caos que arrase con el sistema.
Desafortunadamente, probablemente sea lo segundo. No cuentes con que las élites actúen a tiempo.
No dejes de armar tus posiciones en oro para proteger tu patrimonio.